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La tecnología será protagonista en las oficinas del futuro

La tecnología permite a las compañías reinventar sus modelos de negocio. Una ola que también afecta al mercado inmobiliario y a las oficinas del futuro.

28 de marzo de 2017

Coches que conducen solos, asistentes robóticos, visores de realidad virtual… La tecnología está avanzando a un paso exponencial y está brindando innovaciones que transformarán radicalmente la vida de los consumidores y las actividades empresariales. Como en otros periodos de la historia que han coincidido con progresos tecnológicos, durante los próximos años a las empresas se les plantearán importantes retos y, al mismo tiempo, magníficas oportunidades para definir cómo serán las oficinas del futuro. No cabe duda de que la tecnología permitirá a las compañías reinventar sus modelos de negocio y descubrir nuevas fuentes de crecimiento. Una ola disruptiva, al fin y al cabo, de la que por supuesto el mercado inmobiliario también se verá afectado.

Los cambios tecnológicos transformarán profundamente las consideraciones relativas a los inmuebles, pues todos los actores del mercado deberán tomar conciencia de que los inmuebles del futuro –por no decir ya del presente– serán inmuebles ‘inteligentes’, tanto desde un punto de visto organizativo que facilite la vida de los empleados, como desde una visión externa, adaptados a los requerimientos de un mercado global y en constante cambio. Las empresas del futuro serán más ágiles, estarán más dispersas y permitirán a sus empleados centrarse de forma más nítida en la creación de valor. Porque aunque el crecimiento de Internet, la informática en la nube y los smartphones han cambiado la forma en la que vivimos y trabajamos, palidecen en comparación con los avances tecnológicos que se van a producir. ¿Estamos preparados para subirnos a esta ola?

Diversificación de espacios

En este sentido, entre los principales cambios que alumbrarán las próximas dos décadas cabe destacar dos ejes principales. En primer lugar, una diversificación de los espacios. Las compañías tenderán a engranar sus oficinas principales dentro de un proyecto más amplio, que cuente con el apoyo de una red de superficies flexibles y adaptables, como espacios de trabajo compartidos, oficinas externas, etc. De hecho, puede afirmarse que el 30% de las carteras inmobiliarias de las empresas estará formado por espacios flexibles.

Poco a poco, las oficinas se convertirán en centros de creación de valor donde los empleados y los expertos externos se reunirán para crear y colaborar, con apoyo de tecnologías como la realidad virtual y la realidad aumentada.

La forma en que las empresas estructuren sus sedes y plantillas puede darles una ventaja competitiva y aquí entra en juego el factor de la atracción del talento –especialmente el talento digital–, que seguirá siendo un reto de primer orden debido al menor crecimiento que registrará la mano de obra mundial durante los próximos 15 años. Por lo que cada vez será más importante contar con espacios bien ubicados, con diseños adaptados a las nuevas generaciones y servicios diferenciales, que permitan atraer y retener a los empleados adecuados.

El lugar de trabajo se convertirá en la mejor forma de captar a los mejores profesionales. No hay que olvidar que las generaciones más digitales están incorporándose al mundo laboral con expectativas más altas y están demandando a las empresas que suministren espacios que no sólo concuerden con sus formas de trabajar, sino que también ofrezcan una sensación de pertenencia. Por este motivo, cada vez será más frecuente que las oficinas estén dotadas de mayor variedad de marcos de trabajo y toda una gama de equipamientos y espacios recreativos. El concepto de tu mesa con tu ordenador está caduco.

En resumen, es posible que las empresas tengan en el futuro menos oficinas principales, pero invertirán más en ellas para atraer el talento.

Tecnología integrada en el día día

El otro impacto determinante que tendrá la tecnología en los espacios de trabajo es su plena integración en el día a día de las oficinas. Veremos cómo mediante sensores, wearables y smartphones se capturarán enormes cantidades de datos que permitirán recomendar cambios de diseño para mejorar los resultados empresariales. Los edificios inteligentes se convertirán en la norma y mejorarán la eficiencia operativa y la sostenibilidad de los activos.

De hecho, ya podemos comprobar algunas aplicaciones que estas tecnologías están teniendo en oficinas del presente, como es la instalación de sensores en las luminarias de las plantas que se conectan a los móviles de los empleados para que éstos puedan cambiar en base a sus preferencias la iluminación o la temperatura de su puesto de trabajo. Del mismo modo, estos datos servirán para optimizar la gestión del edificio, ya que mediante este análisis se podrá saber qué salas han sido utilizadas y reforzar o anular la limpieza del espacio. Una tendencia hacia la personalización que parece imparable.

En este sentido, podemos vaticinar importantes usos que la tecnología podría suponer para una compañía. Por ejemplo, se podría instalar tecnología de reconocimiento facial en un edificio para alertar a los recepcionistas sobre la presencia de invitados que vuelven al edificio y personas importantes para la empresa, con lo cual se podría enviar el nombre y los datos de un visitante a la pantalla de un recepcionista en cuanto éste entre al edificio, e incluso vincularse este reconocimiento facial al control de puertas de acceso o al funcionamiento de los ascensores.

El uso de los móviles y la geolocalización abrirá así un mundo de posibilidades. A corto plazo, los edificios serán capaces de combinar los datos de ubicación con información de las bases de datos corporativas y las redes sociales para diseñar interacciones entre los miembros del personal. Los edificios se convertirán en redes sociales físicas que puedan informar a un empleado que trabaja en un proyecto de que un especialista desconocido anda cerca. Las compañías podrán diseñar la colaboración y posicionar sus edificios como activos en tiempo real que pueden impulsar el éxito del negocio, en lugar de ser centros de costes inertes.

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