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¿Cómo el sector inmobiliario puede apoyar los planes de cero emisiones de las ciudades?

Las regulaciones gubernamentales, la educación y los incentivos son influencias clave en la descarbonización del sector inmobiliario.

11 de agosto de 2022

En muchas ciudades del mundo, 2030 será un año clave en su camino hacia la sostenibilidad.

Desde París hasta Los Ángeles o Tokio, será el año en que todos los edificios nuevos deberán ser de carbono neto cero.

Y esto es sólo el principio. Las ciudades más ambiciosas también se están fijando objetivos a más largo plazo para que todos los edificios sean de carbono neto cero en 2050.

Se trata de una tarea ardua: el 60% de las emisiones de carbono de los centros de las ciudades procede de los edificios, por lo que alcanzar estos objetivos exigirá financiación, educación y una sólida hoja de ruta para lograrlo. Pero esto no lo hace imposible.

En la actualidad, las ciudades se encuentran en diferentes puntos de su viaje de descarbonización. Mientras que ciudades pioneras como Copenhague y Ámsterdam ya han puesto en marcha iniciativas innovadoras en materia de energía y planificación urbana, otras, como Shanghái y Dubái, han publicado recientemente sus primeros objetivos climáticos. Mientras tanto, ciudades comprometidas con el clima como Hong Kong, Seúl y Manchester tienen planes climáticos ambiciosos, pero carecen de detalles concretos, según el informe de JLL Descarbonizando las Ciudades.

"Aunque todas estas ciudades están asumiendo compromisos bastante ambiciosos, los gobiernos no pueden cumplirlos sin un programa muy proactivo para descarbonizar el entorno construido", afirma Jeremy Kelly, Director de Research de Ciudades Globales de JLL.

Ciudades globales como Nueva York, Singapur y Londres se encuentran entre las que tienen menos experiencia en la acción climática y, sin embargo, han trazado planes completos para alcanzar los objetivos de cero emisiones.

"Estas ciudades, que cuentan con un conjunto muy amplio de edificios, están liderando las iniciativas de descarbonización y a menudo las gestionan con la misma solidez que las ciudades pioneras", afirma Kelly.

Retos de la readaptación

Casi todos los edificios existentes tendrán que ser readaptados para garantizar su neutralidad en cuanto a emisiones de carbono para 2050.

"Cumplir con los objetivos de carbono neto cero significa tener en cuenta el rendimiento de los edificios, así como hacer que las infraestructuras de energía limpia, como las renovables y el transporte, y las tecnologías como el almacenamiento térmico, las baterías y las pilas de combustible, formen parte de la estrategia de gestión de los edificios", afirma Greg Bolino, Director de Estrategia Global de Sostenibilidad y Activos de JLL. "Se trata de inversiones importantes que deberán tener lugar a lo largo del horizonte de inversión".

Las obras de modernización incluyen la mejora de la eficiencia energética en los sistemas de iluminación y de calefacción, ventilación y aire acondicionado. En los próximos años, los edificios necesitarán energía renovable incorporada y apoyo al transporte eléctrico.

Algunos grandes propietarios están avanzando en la descarbonización de sus edificios en respuesta a la demanda de los inquilinos que deben cumplir sus propios objetivos de cero emisiones. Al mismo tiempo, los inversores valoran cada vez más los edificios que tienen una clara estrategia para reducir emisiones. 

"Estamos viendo que las fuerzas del mercado impulsan a los propietarios de inmuebles de todos los sectores a descarbonizar sus activos para satisfacer las demandas de los ocupantes corporativos. Esto suele ir más allá de los cambios normativos", afirma Bolino.

Sin embargo, dado que los pequeños y medianos propietarios representan la mayor parte del stock de edificios, muchos propietarios e inversores carecen de los recursos y la experiencia necesarios para embarcarse en estas mejoras. Y en las ciudades que carecen de una normativa sólida, que señale el camino a seguir, muchos propietarios simplemente no saben en qué centrarse.

"Cada edificio tiene que estar en el camino de la readaptación y el portfolio de cualquier propietario tendrá que estar respaldado por un plan de inversión", dice Bolino. "En Estados Unidos, la mayoría de los propietarios no tienen esa guía".

Un mayor apoyo de los gobiernos a nivel local y nacional puede aportar el impulso necesario a través de incentivos fiscales, modelos de financiación y aceleradores que pueden estimular la innovación en materia de construcción y materiales.

"Los gobiernos tienen un papel fundamental a la hora de educar, sobre todo a los pequeños y medianos propietarios que a menudo poseen activos de menor calidad. Tenemos que incluir a ese grupo en el viaje", dice Kelly.

Además, a las ciudades les conviene actuar cuanto antes y garantizar que los propietarios puedan invertir en la mejora de sus inmuebles.

"Si no hay suficientes edificios de calidad superior, las ciudades pueden ver cómo los inversores se retiran", dice Bolino. "Pero cuando proporcionan financiación, incentivos fiscales y apoyo educacional, se amplifica el impacto de las fuerzas del mercado y se empuja a las ciudades a avanzar en el camino de la descarbonización".

Comunidades con cero emisiones

A medida que más ciudades establecen estrategias para un futuro neto cero, se enfocan cada vez más en el impacto de los ciclos de vida completos de los edificios sobre la planificación urbana. Adoptar los principios de la economía circular para reutilizar y reciclar los materiales y abordar la energía incorporada, el dióxido de carbono emitido durante la fabricación, el transporte y la construcción de los materiales de construcción, son elementos clave.

En Ámsterdam, está previsto que en 2025 se inicie la construcción de un barrio entero construido con madera, lo que reducirá el carbono incorporado en materiales forjados como el acero, mientras que Oslo está financiando una obra piloto de construcción con cero emisiones

En Francia, la normativa limitará el carbono incorporado en todo el ciclo de vida de los inmuebles, fomentando edificios más versátiles que puedan adaptarse a nuevos usos sin los procesos de demolición y reconstrucción, que son intensivos en carbono.

Cada vez más, la descarbonización de los inmuebles forma parte de una estrategia más amplia para que las ciudades sean más sostenibles y ofrezcan una mejor calidad de vida a las comunidades actuales y a las generaciones venideras, reduciendo al mismo tiempo los riesgos que plantea el cambio climático.

"Las ciudades no contemplan la descarbonización de forma aislada, sino en términos de impacto social y factores como la resiliencia y la biodiversidad", dice Kelly.

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