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¿Cómo la industria inmobiliaria protege a las ciudades del cambio climático?

Mejorar las normas de construcción es uno de los requisitos para ayudar a los edificios a hacer frente al cambio climático.

19 de enero de 2021

Estos días el temporal de nieve Filomena ha golpeado con fuerza en España y nos ha recordado el poder que tiene la naturaleza de dar la vuelta al mundo tal y como lo conocemos.

Lo cierto es que fenómenos como incendios forestales, huracanes o inundaciones son algunos de las pruebas meteorológicas extremas que ponen a la industria inmobiliaria bajo presión para garantizar que el entorno construido pueda hacer frente a los efectos del cambio climático.

Una solución que está cobrando fuerza como forma de proteger a los edificios es la de establecer mejores normas de diseño y eficiencia que garanticen que los edificios estén preparados para soportar cada vez más tipos de condiciones y peligros climáticos.

En los últimos años, se han puesto en marcha muchas normativas en torno a las emisiones bajas, las emisiones de carbono cero neto y los edificios ecológicos. Pero hasta hace poco, apenas unos pocos proporcionaban orientación o medían la resistencia a los impactos relacionados con el clima.

"Los edificios verdes y con emisiones netas cero son muy importantes desde la perspectiva de la mitigación del clima, pero también tenemos que considerar su capacidad de recuperación", dice Lucy McCracken, Asociada en el equipo de sostenibilidad global de JLL. "Los códigos y normas de construcción pueden ser una forma eficaz de minimizar los efectos del clima extremo sobre los edificios y las personas".

Por ejemplo, los códigos pueden promover el uso de construcciones resistentes al viento o al calor o una mejor gestión de las aguas pluviales.

Actualmente, se están elaborando diferentes normas voluntarias para enfocarse en el diseño resiliente. Un ejemplo de ello es RELi, un sistema de clasificación y certificación pionero en el mercado, que está centrado en la resiliencia climática, es decir, en la planificación y el diseño, la preparación para emergencias y la cohesión social.

"Las normas de construcción ecológica mitigan el impacto de un activo en el medio ambiente, mientras que la resiliencia garantiza que el entorno construido pueda soportar los efectos externos", dice McCracken.

Diseñando para las próximas décadas

Paralelamente, las ciudades de EE. UU., Canadá y Australia lideran el camino en la aplicación de otras normas que protegerán el parque inmobiliario.

Boston tiene un grupo de consultas sobre el clima, así como políticas que exigen que las medidas de diseño resiliente se apliquen en los nuevos desarrollos. Además, ha establecido la iniciativa "Climate Ready Boston" para asegurar la planificación de proyectos según los futuros escenarios climáticos.

Toronto y Melbourne han elaborado checklists y directrices que abarcan fenómenos como temperaturas extremas, la generación de reservas de energía para servicios críticos, la reducción del impacto por inundaciones, etc.

"Las autoridades locales en estos mercados están considerando la resiliencia de los edificios como una de las áreas de importancia de cara al futuro", dice Matthew McAuley, Directos de Research a nivel global de JLL.

El riesgo de ignorar los estándares de resiliencia

No cabe duda de que la resiliencia está escalando puestos en la agenda inmobiliaria. Cada vez más inversores quieren entender cómo protegerse de futuros riesgos y pérdidas financieras.

Por ejemplo, los edificios más resistentes no suelen requerir una inversión continua en su mantenimiento y pueden estar mejor equipados para volver a funcionar normalmente después de interrupciones cortas.

"El cambio climático está ocurriendo en este momento y la industria necesita tenerlo en cuenta a la hora de construir activos que está previsto que duren décadas", afirma McAuley.

Los riesgos están claros. Los activos que no están adaptados a las exigencias del cambio climático corren el riesgo de quedarse obsoletos y gozar de menos por parte de los futuros inversores. A medida que aumentan las medidas obligatorias, también existe un mayor riesgo de que estos edificios no se ajusten a la normativa o de que su adaptación a los nuevos estándares incremente significativamente los costes.

Llevando la transparencia a nuevas alturas

La obligación de hacer frente al cambio climático ha presentado a la industria inmobiliaria con nuevas exigencias sobre su transparencia.

Los planes de acción sobre el clima han ayudado a países como Bélgica a posicionarse en los primeros puestos del Índice de Transparencia Mundial de JLL, que valora las iniciativas de resiliencia, entre otros factores.

Pero mientras que la sostenibilidad se está convirtiendo en un tema central para los gobiernos, los inversores inmobiliarios y los ocupantes, las medidas de resiliencia obligatorias siguen siendo limitadas. McAuley espera que éstas asciendan rápidamente en la agenda a medida que los inversores vayan eliminando de sus carteras los edificios no certificados y busquen un estándar mínimo de resiliencia a la hora de realizar nuevas adquisiciones. Otros podrían adaptar sus propiedades para cumplir con estos criterios.

Según McAuley, los inversores que no se toman en serio los futuros impactos climáticos podrían quedarse atrás. "Para resistir la prueba del tiempo, los activos deben cumplir con los objetivos de sostenibilidad y las medidas de resiliencia se convertirán en una parte importante de ellos", concluye.

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