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Desafíos y oportunidades de las ciudades inteligentes

El concepto de ciudad inteligente plantea grandes desafíos para las administraciones públicas, empresas y ciudadanos. Lo analizamos en detalle.

12 de noviembre de 2015

Hace tan solo unas semanas hablamos en este blog del papel que está ejerciendo la tecnología en la construcción de las conocidas como ciudades inteligentes o smart cities. Retomando ese artículo, hoy queremos hablar de los desafíos y de las oportunidades que, principalmente a las administraciones, empresas y ciudadanos, plantean este tipo de ciudades.

EMPEZAMOS POR LOS DESAFÍOS

Las ciudades inteligentes o aquellas que aspiran a serlo tienen por delante una importante lista de desafíos o retos a los que hacer frente. Empezando por la correcta implementación de las energías renovables en sus sistemas de abastecimiento. Los núcleos urbanos deben estar preparados para desarrollar infraestructuras que permitan un adecuado tratamiento de los residuos urbanos, un consumo de agua eficiente y también de electricidad sin dañar el medio ambiente. En todo este devenir de puesta en marcha de nuevas estructuras eficientes con el entorno, las ciudades también deben ser capaces de crear la infraestructura necesaria para promover el empleo de los vehículos eléctricos.

Y hablando de vehículos aterrizamos en el gran reto de la movilidad. Y es que en este aspecto, las ciudades pueden mejorar sus infraestructuras aprovechando las oportunidades que nos dan las TIC, capaces de ofrecer información en tiempo real sobre el estado del tráfico. Una gran funcionalidad que por ejemplo, permite a las autoridades hacer cambios en la señalización para evitar la congestión o los atascos en las horas clave del día. Y es que, aunque a priori nos cueste verlo, la congestión del tráfico supone un gran coste económico para las grandes ciudades. Según una investigación llevada a cabo por la consultora británica Centre for Economics and Business Research y la compañía de análisis de datos INRIX, el coste de los atascos de tráfico aumentará un 50% en Europa y Estados Unidos de cara a 2030. Para ese año, las pérdidas económicas por el mal estado del tráfico oscilarán en torno a los 293.000 millones de dólares, una cifra que supera por ejemplo el PIB de Chile y que debería llevar a las autoridades de las grandes ciudades a implementar sistemas que favorezcan el tránsito de los coches. Grandes pérdidas económicas a las que hay que sumar grandes pérdidas de tiempo.

Cambiando de tema, como comentamos en el artículo Ciudades inteligentes y más eficientes gracias a la tecnología, este tipo de ciudad se caracteriza por la instalación en distintos puntos de sensores que permiten obtener datos sobre el clima o el consumo de agua al instante. Ahora bien, de nada sirven los datos sin un buen análisis. Por esta razón, las futuras smart cities tienen que ser capaces de integrar en sus procesos sistemas avanzados de data mining y de información que faciliten el análisis de los datos generados por las infraestructuras y los habitantes para la toma de decisiones posterior.

Y es que, en una ciudad inteligente sus habitantes tienen mucho que decir. Y este es otro de los retos que tienen que afrontar las ciudades inteligentes. Por ejemplo, a nivel local, los ayuntamientos deben trabajar para poner en marcha iniciativas que permitan a los ciudadanos dar a conocer sus iniciativas, impulsando al mismo tiempo su creatividad y favoreciendo la innovación dentro de la ciudad. Como no, todo esto se puede llevar a cabo gracias a la tecnología. Una tecnología que, bien aplicada, permite a las ciudades estar más seguras y dotarlas de la suficiente capacidad de reacción ante anomalías, accidentes o desastres naturales. Por último, uno de los grandes desafíos que se abren de cara a construir verdaderas ciudades inteligentes está en la planificación urbanística. Y en este aspecto los profesionales del sector inmobiliario tienen mucho que decir. Las ciudades deben construirse pensando en las personas que lo habitan y al mismo tiempo, teniendo en cuenta cómo y de qué manera las construcciones emplean únicamente los recursos que necesitan para su correcto mantenimiento.

Y ACABAMOS CON LAS OPORTUNIDADES

Decir esto es un clásico pero es una gran verdad, las ciudades inteligentes plantean una gran oportunidad de mejora de las condiciones de vida. Veámoslo con algunos ejemplos. En primer lugar, viajamos hasta China o Brasil, países emergentes y que están experimentando un importante aumento de su población. Tanto las autoridades chinas como brasileñas necesitan implementar en las principales ciudades sistemas que minimicen el impacto de la congestión del tráfico y las elevadas concentraciones de personas. Soluciones que también deben ayudar a prevenir apagones eléctricos o a afrontar los efectos de una posible inundación. La ventaja de muchos países emergentes, que no tienen porqué ser únicamente China o Brasil, es que a día de hoy continúan construyendo ciudades o barrios desde cero, esto les permite poder implementar infraestructuras propias de una ciudad inteligente desde el inicio.

Por otro lado, las economías ya asentadas como Europa, Estados Unidos o Japón tienen también muchas oportunidades de cara a desarrollar en sus núcleos urbanos el concepto de ciudad inteligente y mejorar en muchos casos, no tanto construir de nuevo, muchas de sus infraestructuras. En ese sentido, estas economías tienen a su favor varias cosas como el fácil acceso a inversiones, innovaciones tecnológicas y ciudadanos comprometidos que buscan una ciudad mejor en la que vivir. Acabamos como empezamos para destacar la idea de que una ciudad inteligente es una gran oportunidad de mejora para los ciudadanos, la administración, las empresas y especialmente, el planeta.

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