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¿Qué efectos duraderos tendrá la pandemia del COVID-19 en las ciudades?

Los centros de las ciudades han tenido un aspecto diferente durante la pandemia. ¿Qué cambios se convertirán en permanentes?

14 de julio de 2021

Cuando la pandemia detuvo el trasiego diario de viajeros y turistas, algunas calles se quedaron inquietantemente vacías, mientras que en otras abundaba el mobiliario vacío de las terrazas de los restaurantes. El ruido de los coches fue sustituido por el chirrido de las bicicletas. Los residentes recuperaron las zonas normalmente abarrotadas de turistas.

Hoy en día, con la paulatina vuelta a la oficina y a los viajes, cabe preguntarse qué cambios han sido temporales y cuáles perdurarán en el tiempo.

"Las autoridades siempre intentan aprovechar la energía que ha atraído a la gente a los centros urbanos durante mucho tiempo ", afirma Jeremy Kelly, Director de Research de JLL. "La pandemia nos ha permitido poner a prueba algunas grandes ideas. Y, diría, otras no tan buenas".

Una de las propuestas que han tenido buena acogida es la aparición de los llamados parklets. Básicamente, éstos consisten en expandir la acera ocupando plazas de aparcamiento adyacentes con la idea de que los restaurantes los puedan utilizar a modo de terraza y puedan seguir atendiendo a los clientes cuando las restricciones del COVID-19 impidan o limiten las comidas en el interior.

Actualmente, Milán dispone de más de 1.000 parklets. En Melbourne se han hecho tan populares que al menos dos ayuntamientos están considerando hacerlos permanentes.

"Preguntamos a la gente por su opinión y el 96% dijo que las terrazas al aire libre habían sido una novedad positiva para la ciudad, mientras que el 81% quiere que se conviertan en algo permanente", dijo la alcaldesa de Melbourne, Sally Capp, en una entrevista ante los medios de comunicación locales.

La "ciudad cero coches"

Los parklets son sólo uno de los esfuerzos que se están realizando para peatonalizar las calles.

París y Barcelona, por ejemplo, se ha centrado más en los ciclistas.

A raíz del COVID-19, la Ciudad de la Luz destinó más de 50 kilómetros de carriles de circulación a las bicicletas. La Rue de Rivoli, que pasa por delante del Louvre, se convirtió en una autopista de varios carriles a disposición de los ciclistas.

Por su parte, la Ciudad Condal anunció un paquete de medidas sobre movilidad, que incluía 21 kilómetros más para circular en bicicleta, ante el aumento del 100% registrado en los viajes a dos ruedas a raíz de la pandemia.

Wellington, en Nueva Zelanda, sigue adelante con sus planes de prohibir los coches en cuatro calles principales de su "milla de oro".

A finales de año, se estrenarán también las plazas peatonales a ambos lados del cruce más concurrido de Gran Bretaña, Oxford Circus.

"La pandemia está permitiendo a las ciudades reajustar sus estrategias de movilidad urbana", afirma Kelly. "Está ofreciendo una oportunidad para acelerar las iniciativas que fomentan la movilidad sostenible y la micromovilidad".

Pero el cierre de calles también puede tener efectos negativos. Los atascos que se trasladan a otras zonas y el efecto sobre los comerciantes son temas candentes en todas las urbes en las que se debate esta medida.

La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, ha manifestado públicamente su intención de mantener las calles sin coches.

"Las autoridades tendrán que mantener sus políticas progresistas y sostenibles frente a las inevitables presiones para volver a las prácticas anteriores al COVID, sobre todo si la reducción de coches en las calles causa tráfico menos fluido en otros lugares", afirma Kelly.

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Cuando el turismo se detiene

En algunas ciudades, las restricciones a los desplazamientos han generado un cambio de paradigma que ha obligado a los técnicos de urbanismo a volver a la mesa de dibujo.

Por ejemplo, el Darling Quarter de Sídney, un amplio espacio público con énfasis en la restauración y los eventos al aire libre, se había creado pensando en los turistas que lo iban a visitar. Ahora se está reposicionando como "el gran patio trasero de Sídney".

"Teníamos que encontrar la manera de aumentar las visitas de los habitantes de Sídney y seguir aportando vitalidad al barrio", dice Adelaide Dias, directora de marketing de Darling Quarter.

De esta manera, la estrategia ha cambiado para dirigirse a los residentes y trabajadores que se encuentran a una distancia de 5 kilómetros de los restaurantes del distrito. Las alianzas con los hoteles cercanos, la música en directo y las ofertas de comida dirigidas a los trabajadores están impulsando su revitalización.

Según Dias, muchos de estos cambios serán duraderos.

"Seguiremos trabajando de esta manera incluso cuando los vuelvan turistas, ofreciéndoles una experiencia única cada vez", afirma.

La cruz de la moneda

Para las ciudades sobrecargadas de turistas, la pandemia ha ofrecido una oportunidad de aplicar políticas para un turismo más sostenible.

Por ejemplo, Venecia está introduciendo un impuesto para los turistas de un día, además de prohibir los cruceros en la laguna y limitar el alquiler de viviendas.

En Ámsterdam, las autoridades tienen previsto prohibir los alquileres vacacionales, reubicar el barrio rojo y permitir que los coffee shops vendan cannabis sólo a los locales. Éstos, por su parte, dadas las medidas drásticas, piden que se reduzcan las pernoctaciones de los turistas a 12 millones anuales. En 2019, la ciudad fue visitada por unos 22 millones de turistas.

En nuestro país, Barcelona ha establecido restricciones a los alquileres de alojamiento a corto plazo, mientras que el servicio de bus turístico ha incorporado nuevas paradas en el extrarradio con el objetivo de descongestionar el centro y los espacios de mayor afluencia. Además, la ciudad también está animando a los turistas a desviarse de sus abarrotadas calles urbanas y a explorar espacios verdes abiertos.

"A pesar de todo el impacto que la pandemia ha causado sobre la economía de las ciudades, no se debe desperdiciar la oportunidad de impulsar una mejor integración del sector turístico dentro las comunidades locales", afirma Kelly.

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