Diseño de oficinas al servicio de la inclusión
¿Cuál es el poder que tiene la oficina sobre la inclusión laboral de las personas con diversidad funcional? Guzmán de Yarza nos ayuda a analizarlo.
“Diseñar a favor de la inclusividad es diseñar en beneficio de todos”.
Según datos de la OMS, hoy en día más de mil millones de personas en todo el mundo viven con alguna forma de discapacidad.
En España, el último estudio general sobre la discapacidad publicado por el INE en 2008 cifraba en 3,85 millones las personas que afirman tener alguna discapacidad o limitación. En el plano laboral, también según el INE, en 2018 se habían registrado cerca de medio millón de trabajadores con alguna minusvalía en nuestro país.
Todo apunta a que estos datos irán en aumento en los próximos años debido al envejecimiento de la población y la mayor prevalencia en el mundo de algunas enfermedades como la diabetes, el cáncer, las enfermedades mentales, etc.
Esto, unido al hecho de que las empresas están cada vez más sensibilizadas y cuentan con unos estándares más altos sobre asuntos relacionados con la etnicidad, el género o la neurodivergencia (también conocida como neurodiversidad y que se refiere a las personas que tienen condiciones como dislexia, dispraxia, déficit atencional con hiperactividad- TDAH- o que pertenecen al espectro autista), entre otros, nos hace preguntarnos cómo se puede adaptar el parque de oficinas existentes para conseguir un diseño universal e inclusivo.
La importancia del diseño para la inclusión
“La clave”, afirma Guzmán de Yarza, Head of Workplace de JLL en EMEA, “es plantear un diseño universal e inclusivo para todos los espacios de trabajo que ocupa una empresa. Originalmente, la piedra angular de este concepto era la accesibilidad como premisa para que cualquier trabajador, independientemente de sus capacidades, pudiera utilizar todas las áreas de una oficina, pero después han entrado en juego factores relacionados con la equidad de género, la orientación sexual, la edad y otros tipos de variables visuales, auditivas, cognitivas, etc., que también deben ser contemplados en el acondicionamiento de una oficina 100% universal e inclusiva”.
El diseño universal no es un concepto nuevo. Ya en los años 80, Ronald L. Mace (1941-1998), arquitecto y diseñador estadounidense, que se desplazaba en silla de ruedas, fundó el Center for Universal Design en la Universidad de Carolina del Norte, para promover precisamente la máxima inclusión de las personas con capacidades funcionales diferentes a nivel de productos, servicios y entornos en los que se desarrolla nuestra vida, incluidos los lugares de trabajo, como uno de los ámbitos en los que las personas pasan gran parte de su tiempo.
30 años más tarde, el concepto de diseño universal e inclusivo resulta fundamental no solo para las oficinas tradicionales sino también para los nuevos tipos de espacios de trabajo que están surgiendo. “El modelo de trabajo híbrido al que nos encaminamos plantea nuevos retos relacionados con la inclusión puesto que en el medio y largo plazo puede haber grandes diferencias entre los empleados que van a la oficina a menudo y aquellos que prefieren conectarse desde casa. Por ello, el desarrollo de un modelo híbrido debe tener en cuenta una nueva cultura organizativa inclusiva y flexible” afirma Yarza.
La oficina inclusiva por dentro
Según de Yarza, para que el diseño de una oficina sea inclusivo debe tener, entre otras, las siguientes características:
- Falta de barreras arquitectónicas
- Layouts y distribuciones de los espacios sencillos de reconocer y seguir incluso por las personas con discapacidad visual
- Señalética fácilmente identificable en cuando a su color y colocación
- Delimitación clara del cambio de materiales de una zona a otra
- Disponibilidad de baños de uso mixto
- Disponibilidad de espacios silenciosos, privados y con menos altura a disposición de las personas que lo necesiten
- Posibilidad de personalizar los niveles de iluminación, por ejemplo, regulándolos a la baja en el caso de las personas neurodivergentes o al alza en caso de los empleados de más edad.
- Incorporar criterios de diseño que creen transiciones, secuencias que faciliten el uso de los diferentes espacios. Por ejemplo, en el caso de las personas neurodivergentes, definir los espacios de circulación mediante elementos (de marca, diseño, iluminación, etc.) para facilitar el recorrido por la oficina.
- En los casos en los que la oficina incorpora una cantina, cuidar que la oferta de alimentos sea diversa tanto desde el punto de vista cultural, como desde el punto de vista de la nutrición (eso es, vigilar la presencia de alérgenos u otros alimentos que pueden causar reacciones adversas en los empleados a causa de alguna intolerancia alimenticia)
- Elementos decorativos e inspiracionales inclusivos respetuosos con la cultura local donde se ubica el espacio
- Medidas que reduzcan la huella medioambiental y que involucran a los equipos locales
- Acciones de responsabilidad social corporativa que tengan impacto directo en las comunidades donde se ubican los espacios
El diseño inclusivo como ventaja laboral y comercial
Las empresas que potencian el diseño inclusivo disponen de una variedad de talento más amplia, lo que puede traducirse en una ventaja comercial. Los empleados pertenecientes a la generación de los millennials, por ejemplo, pueden tener necesidades y prioridades muy diferentes a los baby boomers y es necesario tomar en consideración todas estas variables a la hora de planificar el entorno de trabajo como un lugar 100% inclusivo.
“En las empresas actuales, compuestas por hasta cinco generaciones de trabajadores, el diseño inclusivo no sólo puede ayudar a que cualquiera de ellos sea representado de forma equitativa, sino hacerles sentir bienvenidos, valiosos y productivos. En este sentido, el enfoque inclusivo representa una clara ventaja tanto para las empresas como para los empleados. Al fin y al cabo, diseñar a favor de la inclusividad es diseñar en beneficio de todos” concluye Yarza.
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